viernes, 4 de abril de 2008

Cuento de antes de acostarse

Esta mañana ha sido como todas. Nada más salir de casa el gigante Pedro se ha ofrecido a llevarme a la ofi. Yo iba muy a gusto sentado en su hombro, aunque de vez en cuando debería lavarse las orejas. Me pasé todo el camino recordándole que a los enanitos se nos debe hablar bajito.

A mitad de camino nos cruzamos con la bruja Belinda. Y claro, yo pensé, "mola más ir en escoba", pero a ver qué trola al gigantito cuento ahora. Le guiñé a Belinda y le dije a Pedro que me bajara allí para comprarle a Alberto Verdurero un poco de rica frutita. Pedro es tan bueno que se lo creyó. Al cabo de un rato ya estábamos en la escoba. "Me gustan tus calcetines, Belinda". "Pues si quieres te los regalo". "Uy no, ¡qué peste!". Y es que Belinda era una bruja buena. Se pasaba todo el día dando vueltas para darle regalos a los niños que se portaran bien, que obedecieran a sus papas, que comieran... Y al ratito, ya llegué a la mi trabajo.

Y allí más de lo mismo. Luchar contra dragones, liberar a niños malos de las mazmorras de Bruja Perica, recortar papeles mágicos, ayudar a Dumbo a encontrar a su mamá y contarle a Caillou un cuento. Y a la hora de comer hemos ido a la Fábrica de Chocolate. Los Umpa Lumpa no son muy simpáticos pero al menos sirven rápido...

Para venir a casa me ha traído la cabra en la vagoneta. Iba demasiado rápido por los túneles, pero bueno, cuanto antes llegue antes te veo.

Dedicado a Mario

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