
Olía a primera lluvia de otoño aquella mañana. O sea, a tierra húmeda. Emma tenía seis años y Hugo llevaba dos hablando. Iban de la mano con paso de "no paréis a hablar con extraños" pero seguro que un caramelo bien ofrecido hubiera interrumpido sus sueños de dragones y princesas. Princesas que eran muñecas.
El Doctor Craig les vigilaba de lejos. La prensa gratuita le acababa de confirmar que no había nada nuevo bajo el sol.
Aunque la alegría de verse todos los días a primera hora era mutua, Alberto y Hugo nunca intercambiaban palabras al verse, como hacían los mayores. Gestos, miradas y cada uno asumía su papel. Emma se liberaba de su hermano pequeño y ellos se iban a jugar antes de entrar en clase.
Aquel día Alberto había traído una caja. Un hombre al que no conocía se la había dado en la calle. "No la abras hasta que no seas mayor". La caja estaba blindada a prueba de curiosidad infantil.
3 comentarios:
Salva, m-i-a-r-m-a., ¿te has tomao las pastillas?.
¿!Qué coño dices!?.
Mon
Es un cuento. Ya estoy escribiendo la continuación.
Gracias por visitar mi blog, como te gusta la F1, y eres Prealonsista, te recomiendo mi otro blog, en este caso, sobre F1, http://f1era.blogspot.com
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